Los habitantes de las áreas ocupadas por los nazis en Europa, o los japoneses en Asia, se vieron forzados a tomar parte por uno u otro bando. Los que apoyaron al invasor recibieron el nombre de “colaboracionistas”. Considerados traidores a su patria, cuando las hostilidades cesaron y los ocupantes se retiraron, fueron objeto de marginación, represalias
y a veces la misma muerte.
Petain y Hitler en octubre de 1940 |
Un caso paradigmático de colaboracionismo fue el del mariscal francés Petain. Cuando Francia fue invadida por las tropas alemanas, dirigió los destinos de la República de Vichy, instaurando un régimen autoritario y racista que colaboró con los nazis hasta su caída, en 1944, cuando el país fue liberado.
Algo similar sucedió en Noruega, donde desde 1940, Vidkun Quisling se hizo cargo de un gobierno sometido a
las órdenes de Hitler, tras protagonizar un golpe de estado con su ayuda. El apellido Quisling ha quedado en varios países como sinónimo de traidor o colaboracionista.
Otros colaboracionistas destacados fueron Ante Pavelic (Croacia), Antonescu (Rumanía) y Horthy(Hungría). Todos ellos fueron afines al nazismo y llevaron una política antisemita.
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